miércoles, enero 18, 2006

Brazil.

Es inevitable. Como todo es relativo (y LO ES), sólo podemos considerarnos unos afortunados. En vuestro caso, por razones obvias: el sólo hecho de que estéis leyendo ésto en este mismo instante significa tantos privilegios que casi da pereza enumerarlos. Un cierto sentido del gusto. Algo de tiempo libre. Internet a vuestra disposición. El hambre saciada. El sentido de la vista. Consciencia.

En mi caso... Pues sí, lo mismo, básicamente. Pocas cosas puedo añadir, quizás la suerte de trabajar en algo relacionado con lo que me gusta, un bien cada vez más escaso. Veamos, sí, tengo trabajo, salud, cierta dignidad existencial. Sí. Puedo considerarme un tipo con suerte.

Está claro.

Tan sólo hay que hacer un fácil ejercicio de empatía cósmica para levantarse el ánimo.

Tan sólo hay que abrir el buzón un sábado por la mañana para que el sistema te ponga en tu sitio de nuevo.


O algo...

domingo, enero 08, 2006

Se acerca.

Se acerca.

Mientras, en uno de mis momentos de mayor concentración grave (que alguien me explique qué significa ésto), leo Carter engaña al Diablo, de Glen David Gold, muy en la línea de Las Asombrosas Aventuras de Kavalier y Clay, de Michael Chabon. Altamente recomendado para amantes del siglo XX, y en concreto de sus principios, gira entorno a la vida de un mago mítico de la costa oeste y tal mientras retrata el fin de su época, simbolizado por el invento de la televisión.

Philo Farnsworth pensaba que su invento acabaría con las guerras, ya que si un americano podía ver en directo a un alemán desayunando nunca sería capaz de acabar con su vida.

Un instrumento para la cultura, gratuito, universal.

Mientras, el mago se enamora de una ciega. Paradox.

Es un libro que está muy bien. Feliz año.