Beware the green dragon.
En clase de Teoría de la Estética hablábamos de las diferentes teorías compositivas, de las propiedades inquietantes de la simetría, de las tensiones, del movimiento. Félix Guisasola, nuestro profesor, era de la opinión de que en términos generales había que huír de la ambigüedad. El mensaje impregna la mente de manera más efectiva cuanto más legible es para el receptor. Así, nos ilustraba éstas ideas con el siguiente diagrama:
Como véis, los puntos están claramente dispuestos en el espacio. IZQUIERDA. CENTRO. ESQUINA SUPERIOR DERECHA. No hay lugar a dudas. Estamos hablando del hardcore. De la potencia. Del puñetazo cardiovascular.
Pero…
¿Y si existiese una manera de sacudir el cognos de un modo tan efectivo mediante la sublimación de la ambigüedad? I mean. El problema de los elementos ambiguos es que hay que manejarlos con sabiduría, una sabiduría que surge sólo tras miles y miles de ejercicios basados en la claridad del mensaje final. Buscar este objetivo cuando se acaba de empezar sólo deriva en el desastre. Es lo que se llama ESTUDIAR (y supongo que a estas alturas entendéis que no hablo de incar los codos).
Allá va.
Ésto es. El punto ciego. El territorio de las miradas esquivas, de lo que no se dice pero se intuye. Ese frame de más, ese ángulo de 92º, ese ruido. La salsa de la vida. ¡El meollo! ¡EL MOJO! ¡El maná! Lo que alimenta nuestras pesadillas más sublimes, la metralla enquistada… La poesía lacerante.
No os voy a dejar sin un buen ejemplo de uno de los príncipes de la estética moderna.
No es lo mismo que André el Gigante haciendo de Fezzik en La Princesa Prometida. No es Warwick Davis haciendo de Wicket en El Retorno del Jedi. Estamos hablando de la máxima perversión de las escalas llevada al cine hasta la fecha.
Tim Burton decide en ambos personajes, en lo que es claramente una cruzada a favor de todo este tema, superponer en un giro enfermizo dos elementos de gigantismo/enanismo: tanto el gigante de Big Fish como nuestro oompa loompa preferido tienen, aparte de la tara física EVIDENTE de los actores, un escalado de postproducción que no se lo salta a gipsy with brand new shoes.
Un reto a la percepción humana. La perversión. La genialidad. Un viaje al otro lado de la geometría. Y todo MERIDIANAMENTE CLARO y envuelto en celofán.
Arañemos nuestras retinas. Besémos nuestros codos.
Alimentémos al dragón verde.